
Preboda en Vizcaya. Una playa solitaria del País Vasco, marea baja y una pareja excepcional. Son los factores que se reunieron para pasar una tarde de preboda prácticamente perfecta.
A Marta habíamos podido conocerla unos meses antes en Madrid durante una visita, su cercanía y enorme simpatía solo nos podían hacer imaginar el carácter de Kike. Creemos que solo hizo falta que pasara medio minuto después de reencontrarnos con ella y conocerle a él, para darnos cuenta de el resultado de la suma de este par de seres humanos (¡Y Nika!, la pequeña yorkshire).
Después, el entorno. Los días anteriores habían sido muy de Mayo y muy del Norte y no pudimos menos que andar mirando al cielo con un ojo mientras buscábamos el lugar perfecto con el otro. Y apareció. Lo hizo tras seguir las curvas de la carretera que sube una montaña y cruzar al otro lado de la recta que forman las vías del tren.
En ese punto la arena de la playa se funde y juega con las olas del mar de una forma caprichosa. Se forman pequeñas piscinas a medida que sube y baja la marea y las rocas, junto a las montañas verdes, rompen la perfecta línea que forma el mar en la lejanía.